La izquierda necesita abandonar su actitud arrogante y sorda.
Individuos perfectamente racionales con objetivos y estrategias perfectamente racionales acaban produciendo irracionalidad colectiva. Así puede resumirse una de las tesis seminales de la Elección Racional. Cómo evitarlo representa uno de sus objetos de estudio de una escuela imprescindible para entender las ciencias sociales del último siglo. El espacio a la izquierda del PSOE va camino de convertirse en un ejemplo de manual. Tanta inteligencia al servicio de nada, que dicen que decía Manuel Fraga de su vicepresidente en Alianza Popular, Gonzalo Fernández de la Mora.
Sin embargo, la pregunta que muchos nos hacemos es ¿por qué la izquierda parece sorda? ¿Por qué no escuchan las críticas y las propuestas de la sociedad? ¿Por qué no se adaptan a los cambios y necesidades actuales? La respuesta es sencilla: porque están más preocupados por mantener su posición de poder y privilegio que por escuchar y luchar por los intereses de la sociedad.
La izquierda ha adoptado una postura arrogante y paternalista, creyéndose dueña de la verdad absoluta y menospreciando a quienes no compartan su ideología. Han perdido el contacto con la realidad, con las necesidades y preocupaciones de la sociedad, y se han enrocado en un discurso ideológico que les impide ver más allá.
Esta actitud ha llevado a la izquierda a alejarse cada vez más de la clase trabajadora, que se siente abandonada y desprotegida ante la globalización y la precarización del mercado laboral. En lugar de luchar por sus derechos y defender sus intereses, la izquierda se ha centrado en temas identitarios y políticamente correctos, que no solucionan los problemas reales de la sociedad.
Además, la izquierda se ha mostrado incapaz de hacer autocrítica y reconocer sus errores. Han justificado sus fracasos culpando a la derecha, a los medios de comunicación o a la sociedad en su conjunto, en lugar de asumir su responsabilidad y buscar soluciones. Han perdido la credibilidad ante la sociedad, que no ve en ellos una alternativa real de gobierno.
En lugar de ello, la izquierda se ha refugiado en su torre de marfil, rodeada de intelectuales y activistas que les refuerzan en su discurso ideológico. Han creado una élite política y cultural que se considera superior moralmente al resto de la sociedad, y que impone su visión del mundo a través de la corrección política y la censura. Han convertido la libertad de expresión en un arma para imponer su pensamiento único, en lugar de defenderla como un valor fundamental de la democracia.
Es necesario que la izquierda abandone esta actitud arrogante y paternalista, y vuelva a conectar con la sociedad. Es necesario que escuchen las críticas y propuestas de la sociedad, y luchen por los intereses de la clase trabajadora. Es necesario que hagan autocrítica y reconozcan sus errores, y que se presenten como una alternativa real de gobierno.
La izquierda debe dejar de lado los temas identitarios y políticamente correctos, y centrarse en los problemas reales de la sociedad, como el desempleo, la precarización del mercado laboral o la desigualdad social. Deben ser capaces de adaptarse a los cambios y necesidades actuales, y dejar de lado su discurso ideológico para presentar propuestas concretas y realistas.
En definitiva, la izquierda debe abandonar su actitud sorda y arrogante, y volver a representar a la sociedad. Debe ser capaz de escuchar y luchar por los intereses de todos, y no solo de una élite política y cultural que se considera superior moralmente al resto de la sociedad. Solo así podrá recuperar la credibilidad y convertirse en una alternativa real de gobierno.
Pelayo Álvarez de Toledo y Cisneros
Apasionado por la política, la cultura y las tradiciones españolas. Defensor de la libertad económica y la familia tradicional. Creyente en una España unida y fuerte.