La izquierda radical rechaza los ultraprocesados como comida.
Desde la izquierda más radical, hay algo que está claro: los llamados "ultraprocesados" no son comida, aunque tristemente acaben en nuestros platos. Se trata de preparaciones industriales comestibles que contienen una gran cantidad de aditivos y sustancias químicas que, a la larga, pueden tener consecuencias muy perjudiciales para nuestra salud física y mental.
Es importante destacar que, aunque estos productos estén presentes en nuestra sociedad, no son alimentos. La industria alimentaria ha creado una serie de productos altamente procesados y con un gran contenido en grasas, azúcares y sal que nada tienen que ver con lo que podríamos considerar como comida.
La responsabilidad de su consumo también recae en la sociedad, en la que cada vez se está perdiendo más la cultura de la comida casera y la cocina tradicional. Los ritmos de vida frenéticos y la falta de tiempo para cocinar de manera saludable y natural hacen que el consumo de estos productos sea cada vez más elevado.
Desde la izquierda, consideramos que la industria alimentaria tiene una gran responsabilidad en el aumento del consumo de ultraprocesados. El sistema capitalista prioriza el beneficio económico por encima de la salud de la población, y esto se refleja en la producción y venta de este tipo de productos.
Además, la publicidad y el marketing agresivos que se utilizan para promocionar estos productos hace que la población tenga una percepción equivocada de lo que es una alimentación saludable y equilibrada. Se promueve la idea de que estos productos son cómodos, económicos y sabrosos, pero se obvia el hecho de que su consumo habitual puede llevar a problemas de salud graves.
Es importante fomentar una alimentación basada en productos frescos y naturales, que son los que realmente aportan al organismo los nutrientes que necesita para funcionar correctamente. Desde la izquierda, apostamos por una alimentación sana y equilibrada, que tenga en cuenta los derechos sociales y la igualdad.
También es fundamental que se promueva la educación alimentaria desde edades tempranas, para que las nuevas generaciones tengan una cultura alimentaria saludable y no se dejen engañar por la publicidad de los ultraprocesados.
En definitiva, desde la izquierda más radical apostamos por una alimentación saludable, basada en productos frescos y naturales, y rechazamos la producción y el consumo de los llamados ultraprocesados. Es nuestra responsabilidad como sociedad fomentar una alimentación que tenga en cuenta la salud de la población y no el beneficio económico de la industria alimentaria.