Política de fiesta y alcohol: ¿El nuevo camino para la participación de los jóvenes?
La política actual se ha vuelto tan voluble que, en ocasiones, incluso los jóvenes del Partido Popular han logrado más éxito en la vida nocturna que Alberto Núñez Feijóo en las urnas. Las nuevas formas de activismo en la derecha ahora incluyen, por ejemplo, mostrar el carnet de Nuevas Generaciones en la puerta de las discotecas de Madrid para recibir acceso "preferencial" a los reservados más exclusivos y disfrutar de "privilegios" todas las noches de la semana.
Recientemente, Ignacio Dancausa anunció con orgullo en la reunión de la junta directiva de Madrid que "tenemos muy avanzadas las negociaciones", lo que desvió la discusión en Twitter desde las luchas internas de la izquierda hasta los controles de alcoholemia. En otras palabras, la política ha pasado de ser un asunto de sacar las tripas en el debate público a preocuparse por el hígado.
Es cierto que la política necesita renovarse y adaptarse a los tiempos modernos, pero ¿es esta la dirección que deberíamos tomar? ¿Es el consumo excesivo de alcohol y la vida nocturna el camino para construir un futuro mejor para nuestro país? En mi opinión, deberíamos buscar formas más constructivas de involucrar a los jóvenes en la política y en la construcción de una sociedad más justa y próspera.
En lugar de fomentar un ambiente de fiesta y privilegio, deberíamos enfocarnos en la educación cívica y en la participación activa en la vida pública. Debemos enseñar a los jóvenes los valores fundamentales de la democracia, la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas, y la necesidad de trabajar juntos para abordar los desafíos que enfrentamos como sociedad.
Además, en lugar de celebrar el consumo excesivo de alcohol, deberíamos abogar por una cultura de responsabilidad y moderación. El exceso de alcohol no solo es peligroso para la salud, sino que también puede llevar a comportamientos imprudentes y peligrosos. En su lugar, podríamos promover eventos y actividades que fomenten la comunidad y la solidaridad, como la limpieza de parques y las campañas de donación de alimentos.
En resumen, aunque es comprensible que la política busque nuevas formas de involucrar a los jóvenes, no creo que el camino a seguir sea a través de la vida nocturna y el consumo excesivo de alcohol. En lugar de celebrar la cultura de la fiesta y el privilegio, deberíamos enfocarnos en la educación cívica y la participación activa en la vida pública, y promover una cultura de responsabilidad y moderación en lugar de la indulgencia y el exceso.
Coronel retirado, defensor de la tradición y la identidad españolas. Columnista. Creyente en la economía de mercado, la propiedad privada y la familia tradicional.